El trabajo de Julio Plaza (Madrid 1938 – Sao Paulo
2003) se sitúa en la intersección entre el arte, el diseño gráfico, la poesía
concreta y la organización de exposiciones. Una obra multidisciplinaria que
elude cualquier tipo de clasificación, siempre abierta a la colaboración y
donde se dan cita distintos modelos de producción y distribución. La
trayectoria artística de Plaza se remonta a los primeros años de la década de
los sesenta cuando, todavía en Madrid, funda el Grupo 63 junto a seis pintores de origen castellano entre los que
se encontraba Elena Asins. El grupo aglutinaba un variado número de tendencias,
desde pintura informal a corrientes con un marcado sesgo neoconstructivista o
neoconcretista, siendo el color el único rasgo común a todos ellos, un color
que como describió Carlos Antonio Arean en el catálogo de la exposición que les
dio a conocer como grupo artístico en la Sala Amadis de Madrid en 1963, ‘es más
típico de Alemania y Escandinavia que de nuestra patria, tan ascéticamente
contenida o reprimida’ (Arean, p.3), un comentario que no deja de sorprender
tras los experimentos cromáticos del Equipo 57.
composicion en blanco circa 1967 |
En 1967 Plaza viaja a Brasil como parte de la delegación
artística que representó a España en la IX Bienal de Sao Paulo. Será en Brasil
donde Plaza lleve a cabo la mayor parte de su obra, allí abandona la pintura y
comienza sus incursiones en el mundo del diseño gráfico, así como sus primeras
colaboraciones con los poetas concretos, cuya obra había conocido en Madrid
gracias, en parte, a la Revista de
Cultura Brasileña fundada en 1962 por el poeta y crítico de arte
Ángel Crespo. En ella se daba a conocer a los lectores españoles la bullente
cultura brasileña, con especial énfasis en los numerosos movimientos
vanguardistas que proliferaron en el país durante las décadas de los cincuenta
y sesenta, entre los que se incluía la poesía concreta. En Brasil, Plaza crea
sus primeros ‘objetos’, láminas de cartón superpuestas de manera que al
abrirlas despliegan formas tridimensionales gracias al juego de cortes y
dobleces. En 1969 reúne un grupo de trece ‘objetos’ en su libro Objetos publicado por el argentino Julio
Pacello, y en él incluye el ‘poemóbil’ abre,
su primera colaboración con el poeta Augusto de Campos. Los ‘poemóbiles’
son poemas-objeto con palabras inscritas en varios planos modulares que se
mueven cuando se abren las páginas, permitiendo así una multiplicidad de
lecturas. La colaboración con Campos se extiende hasta mediados de la década de
los setenta y juntos publican Poemóbiles en
1974 y Caixa Preta (Caja negra) en
1975, ambos libros presentan juegos formales con el lenguaje a través de una
serie de construcciones en papel en las que las palabras van surgiendo según se
manipulen. ‘Lo que teníamos en mente’, recuerda Augusto de Campos, ‘no era un
libro de artista ni una publicación decorativa, como en la mayoría de los
libros de poetas ilustrados por artistas, o de artistas comentados por poetas,
sino un diálogo interdisciplinario, creativo pero funcional, entre dos
lenguajes, el verbal y el no-verbal, con la intención de promover una fusión
imaginativa entre lo sensible y lo inteligible a través de la conjunción íntima
de dos artistas’.
alcolea de calatrava, acero pintado, 1969 Mayaguez, Puerto Rico |
El libro como forma artística se convierte así en una de
las preocupaciones fundamentales en la obra de Plaza, como queda plasmado en su
texto O Livro Como Forma De Arte 1982,
que analiza las posibilidades que ofrece el libro cuando se desprende de su
significado más tradicional, aquel que lo presenta como depositario de formas
de narración que se inscriben dentro de los géneros literarios tradicionales
como la novela, el cuento, el teatro o la poesía. Como ya anticipase Ulises
Carrión, el libro ofrece una serie de
posibilidades de producción y distribución artística que, durante las décadas
de los sesenta y setenta, van a ocupar un lugar prominente en la renovación de
la naturaleza del objeto artístico y sus formas de producción y
distribución.
Desde la perspectiva contemporánea es imprescindible
echar la mirada atrás y hacer un repaso de lo que supuso el cuestionamiento de
los canales de distribución y de las formas de producción artística, volver a
recuperar el espíritu radical de muchas de estas propuestas que hoy se ha
perdido, porque como dice Martha Hellion, hoy contemplamos estas obras en las
vitrinas de los museos y es difícil hacerse una idea de su naturaleza
experimental y transgresora en lo que se refiere al cuestionamiento de un
sistema económico que se perfilaba como el primer estado de esta asfixia que hoy
cancela cualquier intento creativo que no se acoja a las subvenciones, los
circuitos institucionales, las galerías comerciales y de más entresijos del
mercado. Hoy, que buscamos alternativas a un sistema capitalista que destruye
cualquier iniciativa que intente sortearlo es imprescindible recuperar una
serie de figuras radicales que han quedado olvidadas, como también parece haber
quedado olvidada la posibilidad de un sistema económico en el que haya lugar
para el desarrollo de una dimensión ética y política en lugar de puramente
tecnócrata.
Text by Carmen Juliá
Text by Carmen Juliá
evolucao revolucao 1971 |
information 1972 |
No comments:
Post a Comment